domingo, 28 de enero de 2018

Jaun Bautista testifica: Jesús está aquí


Predicación Expositiva del evangelio según Juan

Juan 1: 19-28

19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?
20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.
21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.
25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; más en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

OREMOS:
Dios todopoderoso, Padre de misericordia y de GRACIA, a ti sean toda la gloria y la honra, de tu creación, de tu infinito amor y de tu plan redentor. Bendito sea tu Reino y venga a nosotros. Rogamos que tu Espíritu Santo nos guie, como a Juan evangelista a través del testimonio de Juan Bautista que veremos hoy. Señor dispón los corazones de tus amados oidores aquí presentes, para que se llenen de tu cortante palabra, que nos quebranta y nos da vida. Bendice las palabras llevadas a través del predicador y haz que sean fieles a tu revelación divina. En el nombre de tu amado hijo Jesucristo. Amén.

Les recuerdo que está es la cuarta predica de la predicación expositiva del Evangelio según Juan. Las 3 anteriores las pueden encontrar en el canal de la Iglesia, igualmente, en la página web y en la página de Facebook de la Iglesia. Les recomiendo que las escuchen pues son de valiosa enseñanza y edificación. Además para que tengan el conocimiento necesario para entender las predicas siguientes.

Contextualicemos el pasaje de hoy:

Juan el Bautista había hecho su primera aparición en público en el verano del año 26 de nuestra era. Los 400 años sin profeta, la forma austera de vivir de Juan Bautista, su predicación severa y su insistencia en el hecho de que incluso los hijos de Abraham tienen necesidad de un arrepentimiento absoluto y de limpieza espiritual (simbolizados por el bautismo) causaron una profunda conmoción entre la gente, de manera que “salían a él toda la provincia de Judea y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados” (Mr. 1:5).

Parece, pues, que el Bautista, empezando en las cercanías del Mar Muerto, había ascendido gradualmente por el valle del Jordán hasta alcanzar un pequeño lugar que en los mejores manuscritos recibe el nombre de Betania.

Allí se desarrollan todos los acontecimientos registrados en el primer capítulo de Juan a partir del versículo 19, suposición que es probablemente correcta.  Algunos mapas e historiadores colocan a esta Betania más al sur. Entonces, si Betania hubiera estado tan al sur, es muy difícil comprender cómo Jesús y sus discípulos pudieron haber llegado a Caná de Galilea, después de 3 días de los sucesos acaecidos en el testimonio de Juan Bautista.  (Juan 2:1). El viajar era muy lento en aquellos días. También se debe tener en cuenta que todos los discípulos a quienes se hace referencia (directa o indirecta) en el capítulo 1, tenían su hogar en Galilea. Pedro, Andrés y Felipe eran de Betsaida; Santiago y Juan, de Capernaúm; Natanael, de Caná. Por lo tanto, el escenario del acontecimiento narrado en este párrafo que vamos a comentar (1:19–23) se encuentra en las cercanías de Galilea, pero no en la misma Galilea (véase 1:28, 43).

Fue durante los últimos días de diciembre del año 26 o en el mes de enero del 27 cuando Jesús abandonó Nazaret para hacerse cargo voluntariamente de la gran obra que el Padre le había asignado. Fue a Betania del otro lado del Jordán, que, como hemos visto, no estaba muy lejos de su hogar; y allí Juan lo bautizó (cf. Mt. 3:13–17; Mr. 1:9–11; Lc. 3:21, 22). Desde el valle del Jordán Jesús había sido llevado a las alturas del desierto, para ser tentado por el diablo. Esta tentación abarca un período de más de cuarenta días, y parece haber seguido inmediatamente al bautismo (Mr. 1:12).

El testimonio de Juan Bautista es narrado por Juan evangelista cronológicamente. Dura 3 días y estos están definidos claramente en los versículos 29 y 35. Es poco común en las Escrituras encontrar una historia narrada con el detalle de su duración en días y su descripción en cada uno de ellos. Tal vez podemos remontarnos a los 7 días de la creación en el Génesis y a los días de la pasión y muerte de Jesús narrada en los evangelios sinópticos.

Hoy hablaremos del primero de esos 3 días. De los sucesos que ocurrieron un día antes del encuentro de Jesús con Juan Bautista.

A la luz de las elevadas descripciones del Cristo y de los exaltados títulos que el Bautista le da en 1:27, 29–36, es fácil comprender por qué el evangelista ha incluido este material en su libro. Su inclusión concuerda con el propósito principal declarado en 20:30, 31. No es la aparición del Bautista, su clase de vida, su predicación como tal, el revuelo que levantó, o incluso sus bautismos, lo que el escritor del cuarto Evangelio hace resaltar. Parece dar por sentado que los lectores están al corriente de todo esto por medio de la lectura de los Sinópticos. Lo que constituye el tema de estos párrafos es específicamente el testimonio del Bautista con relación a Cristo. Y hace ver, a su vez, que este testimonio descansa sobre una revelación divina (1:31–34).

Una y otra vez veremos en este Evangelio que Juan el escritor explica a Jesús en términos del Antiguo Testamento. Jesús no aparece en la escena de la historia sin una preparación histórica. Dios había estado trabajando en Israel durante dos mil años, e incluso antes de eso, estableciendo un contexto histórico que haría que la vida y el ministerio de Jesús fueran más inteligibles.

Juan el Bautista es una raíz parcialmente enraizada en el Antiguo Testamento y parcialmente expuesta en el Nuevo Testamento. El último profeta del Antiguo Testamento y el primer predicador del Nuevo Testamento. Él tiene un pie en ambos mundos: un profeta, una voz gritando que el esperado Mesías ha llegado.

Este es el primer testimonio que Juan, el apóstol registra acerca de la deidad de Jesucristo y es de Juan el Bautista, Ahora, recordemos que Jesús dijo que Juan el Bautista fue el hombre más grande que jamás vivió hasta ese entonces, en Mateo 11:11. Esta es una declaración asombrosa, si recordamos todas las grandes personas que vivieron en el periodo patriarcal, Abraham hasta Moisés, y hasta David y todos los demás.

Es asombrosa porque Juan el Bautista no fue un gran líder, Juan el Bautista no vivió en los salones influyentes, Juan el Bautista no tuvo presencia social, Juan el Bautista no peleó ninguna batalla, no estableció ninguna institución; hasta donde sabemos, él no tuvo educación formal, él no dejó instituciones o movimientos, él vivió totalmente alejado de la sociedad; él no tenía riquezas, él vivió como una persona pobre del campo, como nómada; y él vivió los primeros 30 años de su vida en la oscuridad del desierto de Judea. Este ostracismo o auto ostracismo, impidió que Juan se contaminará del mundo, de los judíos fariseos, de sus imposiciones gravosas al pueblo, de su hipocresía frente a la ley. Le permitió ser libre frente a ellos y guardarse para su misión. Por eso lo encontramos diciéndole la verdad a los fariseos que se acercaron a él, como lo narra Mateo 3. 7.  Su historia es contada en Lucas 1: 5-80. Les dejó de tarea leer este relato bíblico para que conozcamos más a Juan El Bautista.

El final de este relato de Lucas nos deja a Juan Bautista viviendo en el desierto y luego desaparece de manera total. Se podría decir que desapareció después de su circuncisión, y no volvió a ser visto durante 30 años. No obstante, después de que esos años habían pasado, Lucas 3 nos lo vuelve a mostrar  con fecha exacta. En el año 15 del reinado Tiberio César, y eso lo coloca alrededor del 26 o 27 después de Cristo. Poncio Pilato ahora es gobernador, Herodes es tetrarca, su hermano Felipe es un tetrarca, Herodes lo es en Galilea, Felipe en Iturea y en Traconite; Lisanias es tetrarca de otra área llamada Abilinia; Anás y Caifás son los dos sumos sacerdotes y son parientes, y ellos fueron los arquitectos de la ejecución eventualmente de Jesús.

En el siguiente párrafo, tenemos un relato detallado del testimonio del Bautista, tal como lo dio ante una delegación enviada por el Sanedrín.

19 Este es el testimonio de Juan

En los versículos 7, 8 y 15, ya estudiados, el evangelista está explicando que Juan Bautista vino a dar testimonio, y la palabra “testimonio”, en estos primeros pasajes, lo coloca como un testigo de lo que realmente era su idea central en el inicio de su evangelio. La eternidad y la deidad de Jesús, cuando dice que el verbo era Dios, el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, que venía la luz al mundo y las tinieblas no prevalecieron contra ella. En estos primeros 18 versículos,  el evangelista ha indicado el propósito del ministerio de Juan el Bautista; a saber, concentrar la atención de todos sobre la luz verdadera, Jesucristo, como el objeto de la fe.

Ya finalizado el prólogo, Juan evangelista da comienzo al relato histórico. Por eso ahora si va a narrar, en qué consistía específicamente ese testimonio de Juan y por eso el versículo 19 arranca diciendo “Este es el testimonio de Juan”.

Y que repercusión tenía ese testimonio entre el pueblo judío?

La gente tenía mucho interés en Juan por la grandeza de su predicación, pero él tenía algo más a su favor y era el hecho de que él venía de una familia sacerdotal y los sacerdotes eran respetados; ellos habrían sido la gente más respetada en la cultura judía. Había decenas de miles de sacerdotes por todo Israel viviendo en todas las áreas, quienes un par de veces iban a Jerusalén y desempeñaban sus funciones sacerdotales en el templo. Pero, en la mayor parte del año, estaban en sus comunidades y eran respetados como aquellos que representaban a Dios y enseñaban las Escrituras, y eran vistos como piadosos. En Juan 5:35 leemos que de la gente se dijo: “Vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz”. Él fue un predicador popular, no solo por el poder de su predicación, sino porque él estaba diciendo: “El Mesías viene”, y ese es el mensaje que la gente quería escuchar.

No ha habido un profeta en Israel durante 400 años, el periodo llamado “El silencio de Dios”. No han oído de Dios en 400 años; Ahora tiene a uno que es un profeta real, verdadero. Estaban cansados de los siglos que habían pasado, llenos de recordatorios acerca de profecías bíblicas acerca del Mesías que no se cumplían; estaban cansados de las fuerzas gentiles de ocupación que habían entrado y profanado sus a su tierra, y ciertamente, estaban cansados de la presencia de los romanos. Y entonces, Juan fue muy popular porque la gente quería el mensaje que él le estaba dando acerca de la venida del Mesías. Y justamente el anunciar al Mesías permitió y amortiguo la exigencia de arrepentimiento que acompañaba la predicación del Bautista, porque el arrepentimiento estaba conectado a la venida del Mesías;

Recordemos que la palabra hebrea Mesías es el equivalente a la palabra griega Cristo y que significa “el ungido”. Recordemos igualmente que el AT se ungía (con aceite consagrado) a Reyes, profetas y sacerdotes. El pueblo judío aprendió que este Mesías se refería a un Rey ungido de Dios. Un rey que los liberaría del yugo romano y reestablecería el reino y la gloria de Israel, por eso consideraban consecuente que Dios les exigiera arrepentimiento de parte de su profeta Juan Bautista. Y la gente venía y decía: “Muy bien, nos arrepentimos”, y él le decía: “Si ustedes realmente quieren arrepentirse y ser limpiados por Dios por dentro, entonces demuestren eso mediante un acto público de bautismo”, lo cual era un símbolo externo de ese deseo por ser limpiados internamente; y Juan tuvo un impacto asombroso.

 (19) Cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas.

Entendemos que en el primero de aquellos tres días los judíos enviaron una delegación para investigar a Juan.

El término ‘los judíos’ es un término que aparece 70 veces en el Evangelio de Juan; nunca es usado de manera étnica, siempre es usado para identificar a los enemigos de Jesús. Es ese el término que escogió Juan. No lo encuentra en los otros Evangelios, con este significado. Es el término que Juan usa para el establecimiento religioso, la élite religiosa de los sumos sacerdotes hasta los fariseos, los saduceos, los sacerdotes, y el resto de la gente que eran los líderes apropiadamente constituidos del judaísmo apóstata que resintieron, odiaron a Cristo y, en últimas, fueron responsables por entregarlo a los romanos para ser ejecutado. (7:1; 9:22; 18:12–14). En este caso fue el Sanedrín (compuesto de los sumos sacerdotes, los 70 ancianos, los escribas y los sacerdotes comunes) el que envió la delegación.

Esto no significa que todos los judíos se oponían a Jesús. Juan es judío, los discípulos de Jesús son judíos, Jesús es judío. A lo largo del evangelio de Juan, se identificaran los 2 grupos del pueblo judío: Los enemigos de Jesús mayoría y los fieles a Jesús minoría.
Aunque no se dice exactamente la razón del envío de tal delegación, es fácil de suponer: sin cesar llegaban informes sobre aquel nuevo predicador y sobre el revuelo que había levantado. Es probable que el rumor también sugiriera que se trataba del Mesías. También se hablaba de su impresionante método de guiar al arrepentimiento, pronunciando grandes amenazas sobre los impenitentes, y del hecho que bautizaba a… judíos, como si ellos, los hijos de Abraham, también tuvieran necesidad de arrepentimiento y limpieza. Por otra parte, seguramente también habían llegado informes de que este iniciador de un avivamiento había dicho algunas cosas desagradables sobre los fariseos y los saduceos (Mt. 3:7). Así pues se organizó un comité para investigar. Un falso Mesías podía causar mucho daño. ¿Acaso no era la obligación de los venerables miembros del Sanedrín denunciar a los falsos profetas y presuntos Mesías (cf. Dt. 18:20–22) y velar por los intereses religiosos de Israel?

La delegación estaba compuesta de sacerdotes y levitas. Los primeros serían los que llevaron a cabo el interrogatorio. Los otros fueron enviados para asegurarse de que el grupo llegara a salvo, y para sofocar cualquier revuelta que pudiera levantarse.

Los sacerdotes eran personas comunes, eran decenas de miles de ellos, y eran religiosos, no son la élite, no son los escribas, los teólogos religiosos, los teólogos elevados; no son los saduceos, la gente con todo el dinero y todo el poder.

Por otro lado aquí se aprecia lo que probablemente representaban los otrora apreciados Levitas, En tiempos de Jesucristo, al parecer sus días de gloria habían pasado y simplemente ejercían funciones muy menores como la de policías, como en este caso que relata el versículo 19. El sacerdocio en el Judaísmo se había jerarquizado y de cumplir funciones enteramente sacerdotales, ahora sus líderes se rodeaban de poder, gloria y autoridad, mal usada por supuesto.

(19) Para preguntarle ¿Tú, quién eres?

El diálogo entre Juan y estos hombres de Jerusalén toma un cierto sabor de interrogación hostil. Una pregunta sigue a la otra, presumiblemente para aclarar pero realmente es para probar si la armadura de Juan tiene una grieta. Cuando llegaron a su destino y hallaron a Juan la primera pregunta de este interrogatorio oficial fue: ¿Tú, quién eres? Es decir: ¿Qué gran personaje pretendes ser?

La implicación es: “¿Tú eres el Mesías? ¿Por qué dices eso?”, porque la respuesta indica que ese era el punto de la pregunta; “¿Tú quién eres?”, es una manera adecuada de hacer la pregunta. Es claro; ellos quieren saber si este hombre es el Mesías, o si cree que es el Mesías.

De acuerdo con Lucas 3:15, “mientras que el pueblo estaba en espera”, porque Juan está diciendo: “El Mesías está aquí”, y todos están preguntando en sus corazones si Juan es, o si es el Mesías; entonces, es natural que esté en la mente de todo mundo. “¿Eres tú el hombre? tenían que descubrirlo porque grandes masas de la sociedad hebrea estaban llegando a la ciudad de Jerusalén y el área circunvecina, y querían oír a Juan, él estaba teniendo mucha más influencia religiosa que cualquier otra persona.

20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.

El Bautista, que sin duda había obtenido alguna información sobre los rumores que circulaban, contesto enojado e indignado: Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.

Ahora, no estaban buscando un salvador, ellos no estaban buscando un cordero, no estaban buscando un sacrificio, no estaban buscando que alguien quitara la ira de Dios. Estaban buscando un rey y pensaban que estaban en lo correcto; ese era el vínculo entre el arrepentimiento y bautismo por causa de Juan y su anuncio del Mesías, del rey libertador. Pero no había un entendimiento real de que el arrepentimiento con Juan y el bautismo con él estuviesen relacionados con un salvador.

 21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías?

Elías nunca murió, Él fue al cielo en un carro. Veamos lo que dice 2Reyes 2: 1-11

Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal.
Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el.
Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad.
Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó.
Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.
Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos.
Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán.
Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco.
Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción(A) de tu espíritu sea sobre mí.
10 Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; más si no, no.
11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.

Y los judíos esperaban su regreso como predecesor del Mesías (Malaquías 4:5; Marcos 8:28; 9:11).

Por esto ellos hacen esa pregunta a Juan Bautista, porque el último profeta Malaquías dijo lo siguiente de la venida de Cristo, “He aquí yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová grande y terrible; él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres; no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4: 5). Previo al regreso del Señor Jesucristo en juicio, el gran y terrible día del Señor, Elías vendrá, esa es una promesa, esa es una promesa del Antiguo Testamento. Lo dice también Malaquías 3, el mensajero que viene antes del regreso del Mesías para establecer su reino; los rabinos lo entendieron, los judíos lo entendieron, los sacerdotes lo entendieron, los levitas lo entendieron, todos lo entendieron; antes de la llegada del Mesías vendrá Elías, pero es antes de la venida del Mesías a juzgar; entonces, podemos decir esto solo para entenderlo correctamente, que Elías vendrá antes de la segunda venida del Señor en juicio.

Entonces, Elías va a venir antes del regreso del Señor en el día grande y terrible. Entonces, ellos dicen: “¿Eres tú Elías?”, es lo que le preguntan a Juan, ¿Acaso esto significa esto es la venida del rey?”, y claro, pensaron que el juicio vendría sobre los impíos, sobre las naciones impías, y recibirían el reino;

En este punto preguntémonos

¿Era Juan el Bautista realmente Elías reencarnado?
Leamos Mateo 11:7-14 "Mientras se iban los discípulos de Juan, Jesús comenzó a hablarle a la multitud acerca de Juan: « ¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que usan ropa de lujo están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, y más que profeta. Éste es de quien está escrito: »“Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino.”(Mal 3) Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir. ‘‘

Aquí Jesús cita de Malaquías 3:1, donde el mensajero parece ser una figura profética que va a aparecer. Según Malaquías 4:5, este mensajero es "el Profeta Elías," quien Jesús identifica aquí como Juan el Bautista. ¿Esto significa que Juan el Bautista era Elías reencarnado? De ninguna manera.

En primer lugar, el concepto de la reencarnación habría sido totalmente ajeno a la mente judía. No podemos simplemente importar este pensamiento religioso oriental en las palabras de un judío del primer siglo. En todo caso, Elías "volviendo” habría sido simplemente Elías resucitado de los muertos en la venida del Señor (cf. Daniel 12). Aun si Juan el Bautista hubiese sido literalmente la persona de Elías, habría sido una resurrección, no una reencarnación. Decir lo contrario es forzar una vista preconcebida de la reencarnación sobre las Escrituras.

En segundo lugar, la Biblia es muy clara que se da esta designación a Juan el Bautista porque él vino en el "espíritu y poder de Elías"

Leamos Lucas 1:17

“E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.

No porque él era Elías en un sentido literal. Juan el Bautista es el precursor del Nuevo Testamento que endereza el camino para la llegada del Señor, tal como Elías llenaba ese papel en el Antiguo Testamento (y lo volverá a hacer en el futuro – Apocalipsis 11:3).
En tercer lugar, Elías mismo aparece con Moisés en la Transfiguración de Jesús después de la muerte de Juan el Bautista. Esto no habría ocurrido si Elías hubiese cambiado su identidad (Mateo 17:11-12).

En cuarto lugar, Marcos 6:14-16 y 8:28 muestran que tanto la gente y Herodes distinguieron entre Juan el Bautista y Elías. Finalmente, prueba que esto no es una instancia de reencarnación, viene de Juan el Bautista mismo. En el primer capítulo del Evangelio de Juan el Apóstol, Juan el Bautista se identifica como el Mensajero de Isaías 40:3, no como el Elías de Malaquías 3:1. Juan el Bautista llega tan lejos como para negar específicamente que él es Elías.

Juan hizo para Jesús lo que Elías debía haber hecho para la venida del Señor, pero Juan no era Elías reencarnado. Jesús identificó a Juan el Bautista en su papel como Elías, mientras que Juan el Bautista rechazó la identificación cuando vino a los líderes religiosos. ¿Cómo conciliar estas dos enseñanzas? Hay una frase clave en la identificación de Jesús de Juan el Bautista con Elías en el texto arriba que no debe ser pasado por alto. Él dice, "Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir." En otras palabras, la identificación de Juan el Bautista como Elías no se basaba en él siendo Elías, sino en las respuestas de las personas a su papel. Para aquellos que estaban dispuestos a creer en Jesús, Juan el Bautista funcionó como Elías, porque ellos creían en Jesús como Señor. A los líderes religiosos que rechazaron a Jesús, Juan el Bautista no realizó esta función.

Según esto, dos venidas de Cristo; en la primera venida le es precedida por uno en el espíritu y poder de Elías; en la segunda venida, él es precedido por Elías.

Es de interés saber que algunos de los líderes de la Iglesia primitiva creían que Elías vendría físicamente antes de la segunda venida de Cristo (Crisóstomo, Jerónimo, Gregorio, y Agustín).

De ahí que Juan contestara:

(21) No soy.

¿Por qué dijo él: No soy?”, Porque no lo era, él era Juan el Bautista, él no existió antes de que naciera, él no es Elías reciclado; no obstante, el ángel dijo que vendría en el espíritu y poder de Elías, con ese tipo de poder y efecto profético, convirtiendo los corazones del pueblo de regreso a Dios.

A esta respuesta sigue inmediatamente otra pregunta:

(21) ¿Eres tú el profeta?

Esto es una referencia a Deuteronomio 18:15–18.

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.
16 conforme a todo lo que pediste a Jehová tú Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
17 Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
18 Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.

Esta es una referencia al Mesías mismo, llamado en este pasaje como profeta, lo cual era correcto.

Y si queremos saber  a quién se refiere ese profeta, está en Hechos 3, porque Pedro en su segundo sermón acerca de Cristo, habla acerca del sufrimiento de Cristo, y él dice ahí en Hechos 3:19, 22: “[…] arrepentíos, y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, para que envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado”; y después él procede a hablar de Cristo, y dice lo siguiente: 22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable”, y eso es citado de manera directa en Deuteronomio 18. Esteban dio el mismo mensaje en el séptimo capítulo del libro de los Hechos versículo 37: “Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos […]”

Ellos preguntan si él es el Cristo, y después preguntan en base a Malaquías 4:5: “¿Eres tú Elías?”; y después, en base a Deuteronomio 18: “¿Eres tú el profeta?”.

El Bautista, aceptando esta interpretación correcta, y sabiendo que él no era el Mesías,

(21) Y respondió No.

22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron.

Ahora, aquí está el asunto de la comisión; habían sido mandados y enviados como una delegación oficial por parte del Sanedrín

(22) ¿Qué dices de ti mismo?

Ante esta pregunta Juan Bautista, sin mentir hubiese podido alardear de sí mismo y contestar. “Yo soy el hijo de Zacarías, el sacerdote estimado; yo soy el hombre más grande que jamás vivió; yo soy un hombre que fue, simplemente para que lo sepan, lleno del Espíritu Santo cuando aún estaba en el vientre de mi madre”. Pero en lugar de esto contesto con la humildad que lo hizo grande:

23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.

 Finalmente, pasamos de lo que Juan no es y vamos a lo que sí es.

 “Soy una voz, pero una voz cumpliendo una profecía del Antiguo Testamento. Yo soy el cumplimiento de Isaías 40:3-5”.

En el contexto de Isaías, el pueblo estaba en cautividad en Babilonia, y la visión de Isaías prometía un segundo éxodo con un ángel haciendo un camino derecho a través del desierto para permitir que los israelitas regresaran a su Tierra Prometida; un regreso que Dios de hecho hizo posible, aunque no necesariamente en una supercarretera. “Pero Juan el Bautista prepararía el camino, no para que el pueblo de Dios regresara a la Tierra Prometida, sino para que Dios llegara a su pueblo”. El concepto de "enderezar el camino “era usado como preparación para una visita de la realeza. La metáfora que aquí se implica es la de un rey que está a punto de visitar una provincia de su reino, al igual que en la profecía de Isaías, en la que Jehová había prometido visitar con nuevas manifestaciones de su gracia a los que se representa como habiendo regresado de la cautividad de Babilonia.

Obsérvese que lo que en otros lugares se dice acerca de Juan (Mt. 3:3; Mr. 1:3; Lc. 3:4), aquí lo dice el mismo Juan. Por otro lado, su cita de Isaías tiene un doble propósito: indicar quién es el Bautista, y así contestar a la pregunta que se le había hecho; y también hacer una sincera invitación al arrepentimiento. Naturalmente, cuando un rey está a punto de visitar a su pueblo se debe preparar el camino para que entre en la región sin dificultades ni obstáculos. De igual modo, lo que el Bautista quiere decir es que los judíos, incluyendo a los miembros del comité de investigación, deberían enderezar el camino del Señor que conduce a sus corazones. Lo que se requiere es un dolor sincero por el pecado y una oración suplicando misericordia y perdón; y ambas, desde luego, consideradas como un producto de la gracia soberana de Dios. El Bautista no es más que una voz. Todos tenían que darse cuenta de que el mandamiento de arrepentirse procedía de Aquel al cual representaba la voz. Cada miembro de la delegación—más aun, cada miembro del Sanedrín que iba a recibir el informe—tenía que enderezar el camino para que el Señor entrara.

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos.

Quienes era los fariseos?

En el tiempo de Jesús, los fariseos eran uno entre muchos grupos de líderes religiosos judíos, pero para el tiempo del cuarto evangelista, los sucesores de los fariseos, los rabinos, fueron el grupo dominante en el judaísmo”. Los opositores de Jesús durante su vida, se convirtieron en los primeros opositores de la iglesia durante el primer siglo.

Los fariseos (del hebreo perušim, de paraš, ‘separar’, dividir) eran una comunidad judía que existió hasta el segundo siglo de la presente era. El grupo atribuía su inicio al período de la cautividad babilónica (587 a. C.-536 a. C.). Algunos sitúan su origen durante la dominación persa o los consideraban sucesores de los jasídim (devotos). Se definieron como partido durante la revuelta de los macabeos contra los invasores seléucidas (167 a. C.-165 a. C.). Fueron coetáneos de esenios, saduceos y zelotes. Este grupo es citado numerosas veces en los Evangelios del Nuevo Testamento.

A diferencia de los saduceos, los fariseos lograron que sus interpretaciones fueran aceptadas por la mayoría de los judíos. Por ello, tras la caída del Templo, los fariseos tomaron el control del judaísmo «oficial», y transformaron el culto. El más alto representante del judaísmo era el Sumo Sacerdote, cargo que debido a la destrucción del templo se volvió innecesario; así el culto pasó a la sinagoga (en hebreo beit knéset, «casa de reunión»). De los antiguos fariseos surgió la línea rabínica ortodoxa de los doctores de la ley que fue la que redactó los distintos Talmud. Su doctrina puede resumirse así:

  • ·         Creían en la libertad humana. Ciertamente el Destino influía en los hombres, pero estos no eran juguetes en sus manos. De hecho, podían decidir lo que hacer con su vida.
  • ·         Creían en la inmortalidad del alma. No todo acababa con la muerte, sino que las almas seguían viviendo.
  • ·         Creían en un castigo y una recompensa eternos. Las almas de los malos eran confinadas en el Infierno para recibir su castigo, mientras que las de los buenos eran premiadas.
  • ·         Creían en la resurrección. Las almas de los buenos recibirían un nuevo cuerpo. No se trataba de una sucesión de cuerpos humanos mortales -como sucede en las diversas visiones de la reencarnación- sino de un cuerpo para toda la eternidad.
  • ·         Creían en la obligación de obedecer su tradición interpretativa referida a obligaciones religiosas como las oraciones, los ritos de adoración, etc.
  • ·         Estaban dispuestos a obtener influencia política en la vida de Israel. Quizá contaron ya con cierto peso antes de Herodes, pero después de ese reinado perdieron influencia.

Los fariseos se disputaron con los Saduceos, durante mucho tiempo (134 a.c. al 76 a.c.) el poder político representado por el sanedrín y fueron estos últimos los que obtuvieron la mayor parte del tiempo el favor de la familia Herodiana. Alejandra Salomé reinó del 76 al 67 a. C., rehabilitó a los sacerdotes fariseos y los hizo parte del Sanedrín o senado judío, acrecentando su influencia política y religiosa.

El pasaje del evangelio en que los fariseos se "rasgaban las vestiduras" delante de las palabras de Jesús (costumbre antigua en señal de duelo o de ultraje público), ha hecho que la frase "Rasgarse las vestiduras" sea muy popular en algunos países cristianos, para expresar la indignación –fingida e hipócrita- de alguien delante de un hecho determinado, desaprobándolo.

25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?

Ante la teoría de que en este versiculo Juan evangelista se está refiriendo a otro grupo de interrogadores, aparte del ya descrito, hay que aclarar que El versículo 25 está en clara conexión con los versículos 20–23. Juan acaba de confesar que él ni es el Mesías ni tampoco el precursor que los judíos esperaban. Ahora la pregunta que se le hace es: “Entonces, ¿por qué bautizas?; es decir, ¿por qué haces la obra que en realidad corresponde al Mesías o a su embajador especial, si tú no eres ninguno de los dos?” Es, pues, evidente que lo que aquí tenemos es el relato de una sola investigación realizada por una sola delegación. Por consiguiente, la mejor interpretación del versículo 24 sería, simplemente, que la delegación mencionada en el versículo 19, formada de sacerdotes y levitas, había sido enviada de los fariseos, en el sentido de que pertenecían al partido de los fariseos. No se ha podido probar que todos los sacerdotes en los días de Cristo fueran saduceos. Estos, evidentemente, no lo eran (1:19).

Por otra parte, lo que aquí se relata explica tres cosas: A. porque la investigación fue tan completa. Los fariseos eran muy estrictos. B por qué el Bautista hizo referencia al profeta Isaías—los fariseos tenían mucho más respeto por los profetas que los saduceos; y C. por qué se continuó el examen—los saduceos, con su indiferencia hacia la religión no hubieran hecho más preguntas.

Tenemos claro que estos sacerdotes eran enviados por los fariseos, Y estos le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?… Lo que molestaba a aquellos sacerdotes, que estaban interrogando al hijo de un sacerdote, no era tanto la predicación como si el hecho de que bautizaba. El bautismo prosélito era normativo en el Judaísmo primitivo para los gentiles que deseaban convertirse; pero no era común que los judíos se bautizaran. Los sacerdotes pretendían saberlo todo acerca de los lavamientos. Desde luego sabían que no cualquiera podía administrar los ritos de la purificación. Después de todo, ¿no era la limpieza del pueblo una acción eminentemente mesiánica, según pasajes como Isaías 52:15Ezequiel 36:25Zacarías 13? ¿Por qué, pues, bautizaba Juan si no era ni el Mesías ni la clase de precursor que esperaban? De esta pregunta se desprende que no habían comprendido el significado del ministerio bautismal del Bautista (1:23). No esperaban un precursor tan profundamente espiritual.

¿Por qué entonces bautizas? ¿Por qué estás haciendo esto? No eres el Cristo, no eres Elías, no eres el profeta de Deuteronomio 18. ¿Por qué haces esto? ¿De dónde se te ocurrió hacer esto? ¿De dónde sacaste esto? ¿De dónde recibiste esta autoridad?” Habrían esperado que el Mesías lo hiciera, quizás. Habrían esperado que Elías lo hiciera, pero, ¿qué hay acerca de Juan? ¿Cómo puede él colocarse en esta posición?

Él tenía la autoridad, como lo estudiaremos en el versículo 33: “El que me envió a bautizar con agua”. Ese es Dios. “Aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo”. Esto es el Hijo. Y, ese es prácticamente el hecho de que el Señor fue bautizado. Aquí encontramos una referencia al bautismo de nuestro Señor. Él tenía autoridad divina. Él hizo lo que hizo, porque Dios le dijo que lo hiciera. Pero, él no se los dice en ese momento.

Y 26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua…

 Y, la respuesta de Juan esencialmente es decirles: “Están haciendo esto demasiado grande”. En otras palabras, ¿por qué se enfocan en mí? ¿Por qué están tan preocupados por mí? Yo bautizo en agua. Yo bautizo en agua. ¿Qué tiene esto de maravilloso? Esto es agua. Esto es simplemente colocar a gente en agua, simplemente un símbolo externo. Al decir, “Yo bautizo con agua”, Juan hace resaltar que, después de todo, existe una enorme diferencia entre lo que él está haciendo y lo que el Mesías hará. Todo lo que Juan puede hacer es administrar la señal (agua); el Mesías—y sólo él—puede derramar lo que esto significa: el poder purificador del Espíritu Santo. (Cf. Mr. 1:8.) Y el Mesías ya ha llegado. Está en medio de ellos; es decir, pertenece a su propia generación; y está a punto de empezar su tarea pública como sucesor de Juan. De hecho él ya ha sido bautizado. Y sin embargo no lo conocen, y ni siquiera parecen ocuparse de él. En su celo por denunciar a falsos Mesías, han llegado a ignorar al verdadero.

(26)…más en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.

Recordemos que Juan evangelista ya había hecho alusión a esto en el versículo 10.

Este es su primer mensaje. Él está aquí, ¿por qué están preocupados por mí? Me ven, me conocen, pero, ya hay uno aquí que ustedes no conocen. Él es al que necesitan conocer. Más adelante dice: “El que bautiza en Espíritu Santo”. En otras palabras, Él es que lidia con el corazón. El Mesías está presente, está aquí. Él no quiere decir que está parado ahí junto al agua en ese momento. Él quiere decir, está en la tierra, Él ya llegó. En el momento en el que él dice esto, Jesús está caminando hacia donde Juan está, y va a llegar al otro día. Juan bautizó a Jesús y pasaron poco más de cuarenta días. Y, después Jesús se fue llevado por el Espíritu Santo al desierto durante cuarenta días de tentación. Los cuarenta días de tentación terminaron. Jesús viene de regreso a Juan. Este el primer gran mensaje que Juan da. Ahí es donde comienza toda predicación del evangelio, Él está aquí, Él ha venido.

El primer día tenemos el primer testimonio de Juan, para este grupo del Sanedrín: “Él está aquí”.

27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

Este Mesías, no obstante, es tan glorioso que el Bautista se considera menos que nada al compararse con él. De hecho, Juan se considera indigno de prestarle aun el servicio más humilde a este “forastero” de Galilea. Esto se refiere a la que era considerada dentro de la sociedad judía, la tarea más baja e indigna dentro de los quehaceres de un esclavo. La de arrodillarse delante del amo y desatar las correas de sus sandalias para quitárselas y lavarle los pies cuando entraba a su casa.

En su anhelo por exponer a todos los mesías falsos de elevarse a sí mismos, ellos no conocían al verdadero Mesías. Y, Juan dice: Yo soy el más bajo de los siervos inútiles. Yo solo soy una voz, soy un esclavo. Véanlo a Él. No se enreden con el predicador, y concéntrense en aquel de quien habla el predicador”.

28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.


Se nos dice claramente que esta Betania estaba al otro lado del Jordán, para que no se la confunda con la Betania donde vivían María, Marta, y su hermano Lázaro, la cual estaba cerca de Jerusalén. Aunque se desconoce la situación exacta de la Betania mencionada en este versículo, parece ser que no están muy equivocados los que la colocan en la orilla oriental de Jordán, al otro lado de Jericó, a unos veinte kilómetros al sur del Mar de Galilea y treinta, más o menos, al sureste de Nazaret. Por eso se le llama aquí Betábara. Es otro nombre para Betania.

Cesar Augusto Angel
Enero 28 de 2018