El Evangelio a través del paso de
los siglos ha venido mutando, cambiando; los hombres lo han acomodado a los
gustos y necesidades de la gente, a tal punto de que ahora todo es
motivacional, positivismo, muchos ministros han convertido el evangelio en
mercantilismo. Todo a gusto del cliente.
Recordemos que todo evangelio
manipulado es un falso evangelio, es anatema, maldito.
Muchas personas ahora son
fácilmente ofendidas cuando escuchan una confrontación a su forma pecaminosa de
vivir.
Para muchos un mensaje de más de
media hora es muy aburrido, muchos quisieran estar solo en el tiempo de la
“alabanza y la adoración”.
Pero por la gracia y misericordia
del Señor, aún hay un remanente que se mantienen en la verdad. Sus convicciones
están intactas, no predican un evangelio acomodado ni antojadizo.
Ese es el Evangelio que debemos
predicar, que aunque parezca duro y ofensivo es el evangelio que salva las
almas de los hombres.
Un hombre podrá darse cuenta que
los deleites temporales que pueda perder en la tierra no se compararían jamás a
la Vida Eterna que Cristo puede otorgarle por medio de su arrepentimiento y su
nuevo nacimiento.
“25 Pues ¿qué aprovecha
al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”
“18 Porque la palabra de
la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a
nosotros, es poder de Dios.19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de
los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde
está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo?
¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues ya que en la
sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a
Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque
los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados,
así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.”
“25 que deshago las
señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a
los sabios, y desvanezco su sabiduría.”
¿Por qué la palabra de la cruz
se convirtió en locura para los que se pierden?
Por el significado de la cruz.
El uso de la cruz tuvo su origen
en los persas, asirios, cartagineses, fenicios y egipcios.
Al principio se utilizaba un solo
madero.
El uso de la cruz como castigo
fue adoptado por los griegos y romanos quienes modificaron el uso primitivo del
madero añadiéndole un madero transversal (patibulum).
Tipos de cruces:
- La griega o de brazos iguales como
en forma de “+”.
- La decusata andreana o de aspa
como en forma de “X”.
- La crux commisa o antoniana que
semejaba una letra “T” y consistía en un madero vertical con una vara que
cruzaba en la parte superior.
- La cruz latina o crux immisa con
el madero atravesado cerca de un tercio más debajo de la posición
superior.
Este fue el tipo de cruz donde
crucificaron a Jesús por cuánto permitía mejor que las otras la fijación, en la
parte superior, el nombre, el título, y el crimen del reo.
“37 Y pusieron sobre su
cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.”
El rótulo de la cruz de Cristo
únicamente llevaba el nombre y el título porque Pilato no encontró crimen o
delito alguno en Él.
¿Quiénes morían crucificados?
Morir en la cruz era una forma
horrible de pena capital. La crucifixión era una forma de ejecución
repugnante, denigrante, reservada para lo peor de la sociedad. Los
romanos veían a cualquier crucificado como digno de absoluto desprecio. Usaban
la cruz solo para la escoria, para los humillados, para los más bajos de los
más bajos.
La locura
Morir crucificado era un insulto
degradante, y la idea de adorar a un individuo que había muerto crucificado era
absolutamente inimaginable e inconcebible. Hoy no vemos que crucifiquen a
nadie como en el siglo I es por eso que de alguna forma el impacto de la
crucifixión se pierde para nosotros.
Los judíos demandaban
señal, esperaban algo espectacular, grandioso, sobrenatural que identificara al
Mesías prometido. No les bastaban los milagros que Jesús hacía, ellos buscaban
un súper milagro que todos pudieran ver y decir “Esa sí
es la señal”
Los griegos buscaban
sabiduría a través de algún conocimiento filosófico, una idea elevada, una
experiencia fuera del cuerpo.
Los judíos querían señal y los
griegos querían sabiduría. Dios les dio exactamente lo contrario. Los
judíos recibieron un Mesías crucificado: escandaloso, blasfemo, hiriente,
increíble. Para los griegos que buscaban conocimiento, algo elevado ver a un
Dios creador del universo crucificado era una insensatez.
El proceso de la crucifixión
Empieza con los azotes.
Hay un poste de aproximadamente
60 centímetros, las muñecas son atadas a unos anillos de hierro con firmeza.
Romanos profesionales son
asignados para llevar a cabo el castigo, el flagelo romano, un látigo con mango
corto con varias cadenas finas de hierro que terminaban en pequeños pesos.
El arte de azotar también se
conocía como la “pre-muerte”, que precedía a la “gran muerte”: la crucifixión.
El primer azote empieza cortando
el viento y golpeando la espalda y los hombros, despellejando a un hombre vivo.
Con cada azote con el flagelo el
cuerpo de la víctima se estremece por el dolor, hay dolor más allá del propio
dolor.
La ley hebrea permitía un máximo
de 39 azotes.
La única norma para los romanos
era dejar vivo al preso, dejarle un soplo de vida para afrontar la agonía de la
cruz.
Únicamente la pérdida de
conciencia sería un alivio para el azotado.
El cuerpo de la víctima es
despegado del poste, sus heridas eran limpiadas mas no desinfectadas.
El siguiente paso era el camino
hacia la ejecución.
El condenado debía cargar con su
propio instrumento de muerte.
A los políticos romanos les
encantaba mostrar cómo condenaban a los hombres. La lenta y larga procesión a
lo largo de las calles públicas fue diseñada para servir como advertencia a
otros.
Normalmente, un centurión era
asignado como el verdugo o carnifex (carnicero) servorum (siervo). Ejecutor
público de Roma que ejecutaba personas de los niveles más bajos.
Mientras cuatro soldados
sujetaban al prisionero, el verdugo colocaba un clavo de aproximadamente 13
cms. en la palma de su mano. Con un golpe hábil lograba que el clavo atravesara
el patibulum, cuatro o cinco golpes más lo aseguraban en la áspera madera.
Hacia lo mismo para la otra mano.
Una pequeña pieza saliente,
similar a un cuerno de rinoceronte llamada “sedile” se colocaba en la
entrepierna. Esta servía para quitarle peso de las manos del condenado.
El siguiente paso era clavar los
pies.
Todo era oscuridad y dolor, dolor
y oscuridad.
El dolor en la espalda, las
manos, los pies y la entrepierna era insoportable, punzante e interminable.
El dolor va en aumento, se
multiplica, se acumula, no hay respiro.
La cruz se plantaba de forma que
la luz del sol penetrara en la mayor medida en los ojos del prisionero.
Es una escena macabra.
Abajo, la multitud espera
curiosa, fascinada por la tortura. La escena se desarrolla lentamente.
En la cruz yace la víctima
totalmente desnuda.
Es un acto absolutamente obsceno.
Un espectáculo público. Una vergüenza.
Empieza la sed, los labios están
secos, la boca agrietada, la sangre caliente, la piel quema.
Se niega el agua.
A los pies de la cruz, el
escuadrón de la muerte bebe en presencia del moribundo para atormentarle más.
La luz del sol se postra directamente a los ojos del crucificado. La lengua se
espesa. Lo que era saliva ahora se convierte en algo parecido a la lana. Las
manos y los pies empiezan a hincharse. El “sedile” se clava en las partes
innombrables. Resulta difícil girarse o cambiar de posición. Los músculos
empiezan a engarrotarse.
El verdadero horror solo acaba de
empezar.
Uno a uno los músculos empiezan a
acalambrarse. No hay forma de librarse, los calambres se extienden a los
hombros y el tórax, también alcanzan el abdomen.
Después de dos horas en la cruz,
todos los músculos del cuerpo están engarrotados y la agonía cada vez es más
intensa. Los hombres gritan hasta volverse locos.
El dolor y los síntomas son
similares a la enfermedad del tétanos (violentas contracciones musculares
continuas provocadas por una bacteria).
El hombre, ni con toda su inteligencia,
ha podido concebir muerte como la del tétanos con la contracción lenta y
continua de cada musculo del cuerpo.
La muerte por crucifixión alarga
la agonía tanto como sea posible.
Cada hora es una eternidad.
Hay moscas, insectos y se oyen
los aullidos de los perros por el olor de la sangre que penetra sus orificios
nasales. Aves carroñeras en el cielo, vuelan en círculos cada vez más bajos.
Las oraciones parecen una burla,
solo queda orar o maldecir.
Con el transcurso de las horas
los vasos sanguíneos que alimentan los nervios se aprietan y con la falta de
circulación empieza a notarse la sensación de parálisis.
En la cruz nunca llega el final
de la agonía, solo cambia el tipo de sufrimiento y el dolor.
Con el paso de las horas los
soldados tratan de acelerar la muerte. Empiezan a romper los huesos. Con la
ayuda de una escalera, un experimentado legionario se subía para destrozar el
fémur izquierdo y derecho del prisionero con un mazo.
Estas son nuevas formas de dolor.
¿Podría existir un dolor más
intenso del que estamos describiendo?
“13 Cristo nos redimió de
la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito:
Maldito todo el que es colgado en un madero),”
Este es el
significado de la crucifixión.
La cruz es sinónimo de
muerte.
“23 Y decía a todos: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y
todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.”
La cruz puede ser locura para
nosotros mismos. Cuando Jesús hablaba de cruz, la gente de esa época no podía
más que pensar en muerte, humillación y vergüenza.
Para los judíos y griegos se
convirtió en locura porque no entendieron el significado de la palabra de la
Cruz.
Y eso mismo ha estado pasando en
la iglesia hoy en día, la cruz es locura para nosotros mismos.
Esperamos alguna señal como los
judíos para poder servirle.
Si la señal no viene, nos
desesperamos y nos vamos:
- no veo lo que me ofrecieron,
- no veo las grandes bendiciones que he estado
esperando
- no veo resultados
- creo que Dios ni existe
- por gusto vengo a la iglesia, los que no vienen si
prosperan y yo no
- no hay respuesta a mis oraciones
Esperamos poder conocer y
entender al igual que los griegos qué es lo que Él quiere hacer cuando nos
viene una prueba.
Buscamos conocimiento sin
Presencia.
Debemos de cuidar lo que decimos
o esperamos del Señor porque eso puede detener nuestro discipulado. Las señales
ya fueron hechas, la sabiduría de Dios ya fue revelada en Cristo. El
problema de nuestra falta de entendimiento de la voluntad de Cristo puede ser
porque aún estamos metidos en la esfera del falso evangelio.
Probablemente creímos un
evangelio que nos ofrecía comodidades, salud, dinero, fama, bienes materiales,
etc. Si nuestra vida cristiana aún está en esa esfera del falso evangelio
seguramente ese mismo evangelio falso vamos a estar enseñando.
Debemos volver al evangelio
verdadero. El verdadero evangelio es sufrido, es sangriento, ataca
de forma directa al pecado para obtener como resultado la
confesión y el arrepentimiento genuino de hombres y mujeres porque fueron
atraídos por un evangelio genuino, bíblico.
El verdadero evangelio es:
- Destructivo, destruye las obras del diablo y las
deshace
- Sufrido, la persona humana queda relevada por
la persona de Cristo
- Ofensivo, incomoda a los hombres y mujeres que
viven en pecado
- Salvador, ofrece una alternativa a la condenación
en el fuego eterno, ofrece la Vida Eterna.
Una mayoría no ha comprendido la dimensión
de las condiciones que pone Jesús para poder ser su discípulo.
- Negarse a sí mismo
- Tomar su cruz cada día
- Seguirlo
Tomar la cruz consiste en dejar
todas nuestras comodidades, es auto crucifixión, auto negación.
En el original griego “negarse”
significa “rehusar asociarse con”.
La idea es que si uno quiere ser
discípulo de Cristo y recibir perdón y vida eterna, debe rehusar asociarse ¡con
la persona que uno mismo es!
Es dejar todos nuestros planes
personales a un lado.
Seguir a Cristo puede incluso
provocar serios problemas en el hogar, tal vez los problemas serán peores en
lugar de mejorar y aun así estar dispuesto a seguirle.
Es dejar de seguir las riquezas
terrenales por seguir una riqueza mayor que es Jesucristo.
Tomar la cruz incluso es estar
dispuestos a soportar la humillación, la burla, la crítica, el rechazo de
amigos o compañeros de trabajo. Tomar la cruz es estar dispuestos a
soportar el escarnio de la gente: que nos llamen hipócritas, fanáticos, charlatanes,
etc.
Tomar la cruz es tener derecho a
la corona de Cristo.
¿Será este el mensaje del
evangelio moderno?
Definitivamente no.
La palabra auto
negación ha desaparecido del evangelio moderno. El solo hecho de
mencionarla pareciera una ofensa, una palabra desagradable.
- La gente no quiere escuchar más sobre santidad,
- La gente quiere saber cuál es la solución a sus
problemas familiares, financieros,
- Cuál es la fórmula para tener dinero,
- Cómo puedo pagar mis deudas
- Cómo puedo obtener la felicidad sin tanto esfuerzo
y sacrificio.
Todo aquel que tome la cruz está
dispuesto a perder la vida.
La auto negación consiste en:
- Estar dispuestos a descartar nuestros bienes
terrenales
- Negarnos a los deseos mundanales
- Negarnos incluso al derecho de la vida y entregar
nuestra vida, si fuera necesario
- Someternos a Su voluntad
- Seguirlo a donde quiera que nos pida que vayamos
La senda que Jesús seguía era la
senda de la persecución y la muerte.
La pregunta es
¿Aún estamos dispuestos a
seguirle?
¿Qué haríamos en caso de una
calamidad, una tragedia?
Es una pregunta difícil,
seguramente dura.
¿Qué estamos dispuestos a
soportar por amor a Él?
“24 De cierto, de cierto
os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero
si muere, lleva mucho fruto.”
Si el trigo no cae y muere,
queda solo.
Pero si muere, lleva
mucho fruto.
Lo que sufrimos primero que nada
es la muerte de:
- Todas las esperanzas
- Todas las ambiciones
- Todos los deseos
- Todos los anhelos
- Todas las necesidades humanas
“13 Entrad por la puerta
estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha
es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan.”
“23 Y alguien le dijo:
Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Esforzaos a
entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no
podrán.”
¿Por qué es tan difícil
entrar?
El problema es la importancia
propia, es la realidad que reina en la condición humana caída: El hombre es el
amo de su propia alma, capitán de su propio destino, monarca de su propio
mundo.
“33 Así, pues, cualquiera
de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”
El costo de seguir a Jesús
Así que si queremos seguir a
Jesús, nos costará absolutamente todo.
- Quizá el Señor no nos quite la vida físicamente
- O no nos quite nuestro dinero
- No nos quite nuestra familia ni a nuestro cónyuge
- Tal vez no nos quite nuestro trabajo
Pero debemos estar dispuestos a
dejarlo todo, si eso es lo que Él pide.
Una iglesia que predica la Cruz
debe ella misma estar marcada por la Cruz.
La oración de un hombre santo
“Señor, alto y santo, manso y
humilde, hazme aprender por la paradoja de que el camino hacia abajo es el
camino hacia arriba, que ser humilde es ser elevado, que el corazón quebrantado
es el corazón sanado, que el espíritu contrito es el espíritu que se regocija,
que el alma arrepentida es el alma victoriosa, que no tener nada es poseerlo
todo, que llevar la cruz es tener la corona, que dar es recibir. Hazme hallar
tu luz en las tinieblas, tu gozo en mi tristeza, tu gracia en mi pecado, tus
riquezas en mi pobreza, tu gloria en mi valle, tu vida en mi muerte.”
¿De qué fuimos salvados?
¿Por qué fuimos salvados?
¿Para qué fuimos salvados?
Dios le dio propósito a Su hijo.
Él lo cumplió en la cruz. Dios nos ha dado propósito, al igual que el Hijo de
Dios, debemos cumplirlo.
El Evangelio es la Palabra de la
Cruz.
"Delante de la cruz los ojos míos,
Quédense, Señor, así mirando,
Y, sin ellos quererlo, estén
llorando
Porque pecaron mucho y están
fríos.
Y estos labios que dicen mis
desvíos
Quédense, Señor, así cantando,
Y, sin ellos quererlo, estén
orando
Porque pecaron mucho y son
impíos.
Y así con la mirada en ti
prendida,
Y así con la palabra prisionera,
Como la carne a tu cruz asida,
Quédese, Señor, el alma entera,
Y así clavada en tu cruz mi vida,
Señor, así, cuando quieras, yo me
muera".
Autor: Walter Jolón